La humanidad atraviesa en este momento la crisis más aterradora de nuestros tiempos.  Un virus se pasea por el planeta, causando desesperación y muerte en todos los rincones.  El Covid-19 apareció hace dos meses en Asia y no se vislumbra una cura inmediata. La mayoría de los países ha puesto a sus ciudadanos en cuarentena como medida para detener el contagio, pero lo cierto es que esta realidad supera con creces toda película existente en la temática.  El mundo está en pausa: las escuelas cerradas, el comercio en baja  y el turismo agoniza.  El luto es global.

Hace algunos días leí en las noticias, que el curso que enseña a ser feliz, es la clase más popular en los tres siglos de la prestigiosa Universidad de Yale.  La psicóloga docente encargada de dictar el curso, Laurie Santos, definió tal éxito como un "grito de ayuda" por parte de los estudiantes.

Me parece que la mayor cantidad de la población mundial está lanzando ese grito de ayuda, en todos los ámbitos.  Estamos tan enfocados en los problemas cotidianos, que los dejamos llevarse buena parte de nuestra energía.  Nos angustiamos tanto buscando la felicidad, que terminamos frustrados o simplemente estamos tan cómodos en nuestra zona de confort,  que nos hemos olvidado de ser felices.

La felicidad viene desde adentro. Cuando tú estás bien, las buenas vibraciones emanan de ti, y todo lo que te rodea parece que está en equilibrio contigo.

Ser feliz es la misión más importante que tenemos en esta vida, y es algo que nadie más puede hacer por ti.    Es tan básico como respirar y comer.  Y es absolutamente posible, pero la actitud de búsqueda es primordial.  

Para empezar, es necesario amarse a sí mismo.  Es el primer gran paso y una manera excelente de lograrlo es iniciar cada día tratándote bien, consciente de tus cualidades y defectos pero tratándote con amor.  

Quienes me rodean frecuentemente resaltan mi positivismo, y creo que se debe a una inmensa lista de hábitos y rituales que he ido adoptando a lo largo de mi existencia y que me han hecho quererme como ser humano y ser disfrutar conmigo misma.

Para comenzar les dejo mis  10 básicos para empezar el día que permiten abrir el camino hacia una transformación de vida maravillosa.

1. Despiértate despacio: regálate los primeros minutos de tu día y procura hacerlo sin estrés.  Que tu alarma sea alguna música agradable o alguna luz programable que se encienda lentamente.  

2. Empieza el día con un pensamiento de gratitud.  Indudablemente tenemos miles de razones para decir gracias. Hazlo.  Cuando ¨Gracias¨ se convierta en la primera palabra que viene a tu mente al despertar, te aseguro que te vas a sentir increíblemente bien.